Marian Rojas es psiquiatra y escritora. Ha publicado varios libros de autoayuda como “Recupera tu mente, conquista tu vida” o “Encuentra a tu persona vitamina”. El pasado martes acudió a una entrevista en El Hormiguero y las ideas que estuvo planteado han generado revuelo entre varios profesionales. Se le señala que su discurso contiene ideas muy superficiales, biologicistas (es decir, que se centra demasiado en cosas del cuerpo como las hormonas o los neurotransmisores), individualistas (porque pone el foco exclusivamente en la persona sin considerar su situación o el contexto sociopolítico) y generalizadas (cuando hay casos también habituales -como personas con trauma complejo- que se verían perjudicados con esas ideas genéricas).
Aunque ella sea la protagonista en esta situación, hay algo muy trasversal detrás de todas esas críticas. No es solo Marian Rojas, ni son solo sus libros: nos encontramos en un momento de la historia en el que el contenido de autoayuda, especialmente después de la pandemia, está a la orden del día y a la carta:
- Del perfil profesional de tu elección: psiquiatras, psicólogos, coach, influencer…
- De la temática a tu elección: relaciones de pareja, narcicismo, apego, depresión, ansiedad, trauma…
- Del formato de tu elección: libros, novelas, podcast, videos, reels, publicaciones…
Estudio internacional AXA de Salud Mental
Este escenario lejos de ser un avance indiscutible, nos presenta algo complicado. Concretamente, en el estudio de 2024 se vio que en España una de cada tres personas tiene un trastorno psicológico y dos de cada tres se sienten muy estresadas en su día a día (la cifra más alta entre los dieciséis países que participaron en el estudio). Además, aunque la mayoría de ellas buscaron ayuda profesional, solo un menor porcentaje accedió a consultas de psicólogos o psiquiatras. De hecho, España es el país donde más medicación se consume (somníferos, antidepresivos, ansiolíticos…) y con un porcentaje de población (el 16%) que se autodiagnostica a base de investigar en internet y ni siquiera busca ayuda. Es decir: la gente está mal, se da cuenta de ello y hace el esfuerzo de buscar la ayuda para solucionar sus problemas (lo cual es estupendo) pero de forma errónea (lo cual puede ser muy perjudicial).
La autoayuda como herramienta de utilidad
Teniendo estas cifras presentes nos toca hacer una pregunta: ¿se puede consumir autoayuda sin que sea dañino? La respuesta es afirmativa. Sí se puede utilizar como una herramienta útil siempre y cuando hagamos una lectura crítica. Para ello podemos considerar varias cosas:
1. Las fuentes. Muchas personas pueden hacer autoayuda, pero no todas lo van a hacer con fundamento. Así que, aunque haya ideas que se pueden presentar de forma sencilla e intuitiva, pueden carecer de validez. Por ello es importante preguntarnos qué formación tiene la persona que lo dice, en qué se está respaldando, si solo nos habla de su experiencia personal, etc. para distinguir mejor a quiénes tenemos como referentes.
2. Los filtros. Incluso entre aquellas personas que sean profesionales y estén especializadas, la formación de cada una va a sesgar su visión. Por ejemplo, los psiquiatras pueden tener un enfoque más centrado en la medicina (ej: el cerebro) y los psicólogos pueden enfocarse más en lo mental (ej: los pensamientos). Ninguno tendrá la verdad absoluta por su cuenta. De hecho, cuanto más interdisciplinar es un planteamiento (cogiendo ideas de la medicina, psicología, sociología, filosofía…) más preciso puede ser.
3. Las expectativas. A menudo se recurre a contenido de autoayuda buscando soluciones sencillas y rápidas. Sin embargo, suele ocurrir que los cambios requieren siempre tiempo, esfuerzo y paciencia. Además, no hay una técnica infalible que sirva para todos. Cada persona tiene unas circunstancias particulares y unas limitaciones particulares. Incluso aunque el método pueda ser bueno, es normal que las personas tengamos tropiezos. Aprender de esos momentos de error sin tirar la toalla a la primera también será fundamental.
.4. La sobrecarga. A veces saber más, no es mejor. Acumular datos e información en nuestra cabeza nos puede aportar sensación de control y de mejoría, pero no cambia nada. Una actitud positiva y curiosa nos puede hacer más fáciles las cosas, pero tampoco cambia nada. De hecho, en ocasiones se puede estar potenciando un comportamiento más rígido que flexible. Limita el contenido que consumes a situaciones puntuales e intencionales para evitar caer en un consumo excesivo.
5. La combinación. Se puede crecer personalmente sin recurrir exclusivamente a la autoayuda. Hay novelas, canciones, poemas, películas, obras de teatro… muy enriquecedoras. Incluso actividades, como el yoga, el deporte o la meditación. Y, sobre todo, hay situaciones que requieren de un abordaje más profesional. Recurre a los profesionales si notas que no mejora tu situación.
Resumiendo: las personas somos complejas individualmente y también vivimos dentro de un contexto. Todos formamos parte (o hemos formado, o formaremos) de una familia, de una empresa, de un curso, de un grupo de amigos, de una pareja, de una sociedad, etc. Y todos esos entornos influyen en quiénes somos y en nuestra forma de vivir. Pretender poner todo el foco solo en cada uno de nosotros como si viviéramos aislados en burbujas que no se tocan, es simplificar en exceso. Y partir de esa idea simplista para poner todo el peso de cambiar sobre nosotros mismos, es bastante impreciso. ¿Quiere esto decir que estamos condenados y que si las cosas de alrededor no cambian no podemos mejorar? No. Pero sí señala que la autoayuda como herramienta para conseguir cambios suele ser, como mínimo, insuficiente.
Así que no, el problema no es (solo) Marian Rojas y los libros que ha escrito. Ni el problema es que alguien pueda leer autoayuda para aprender o por curiosidad. El punto está en que el contenido que alimenta estas ideas consigue un altavoz con tanta facilidad, que parece atender a una demanda general de trivializar las cosas. Parece que estemos buscando tapar problemas generales con soluciones superficiales. Como si quisiéramos encontrar paz en medio de una crisis de forma desesperada o como si tratáramos de tapar el sol con nuestro pulgar. Pero no hay atajos ni soluciones mágicas: el verdadero cambio requiere acción, paciencia y, cuando es necesario, apoyo profesional.